martes, 17 de julio de 2007

Pamplona, again...

La Penca dice que en Pamplona se me agria el carácter… y sí, muy a mi pesar, es verdad. Aquí los días son más largos, más tristes.

En Madrid vuelo libre. He sabido crearme una burbuja de irrealidad y mantenerme dentro, aislada de los problemas de mi familia, de los míos propios. Vivo una realidad paralela, y me empeño en creer que todo permanece estático, perfecto, como dentro de esa burbuja. Me dedico a leer, a “vaguear” y a emborracharme (aunque cada vez menos). A vivir una especie de segunda adolescencia: despreocupada, sin obligaciones. Pero aquí vuelvo a ser la hija mayor, la hermana mayor, la niña precoz por la que tanto han apostado sus padres… Cada día soy más consciente de todo lo que han sacrificado por mí, y eso pesa (hoy, no sé porqué, más que nunca).

Aquí es cuando tomo conciencia de que todo lo que he creado en Madrid es tan efímero... Mis relaciones, mi forma de vida, mi espacio vital.Todo tan transitorio e irreal... La Haizea de Madrid no es, no existe, esa no soy yo. Pero el problema es que ésta tampoco… La de aquí es solamente las migajas de la que fue; la de aquí tampoco existe, es un espejismo entre los demonios del pasado y las incertidumbres del futuro. No hay presente. Aquí no soy capaz de vivir el momento, de improvisar, de dejarme llevar. Sólo de planificar, de maquinar, y de intentar poner un poco de orden en esta vida que se me ha ido un poco de las manos.

Aquí no hay “sobremesas” eternas en el sofá, ni amaneceres con churros, ni horas y horas de reírse a carcajadas. Hay soledad, la soledad de un cuarto cargado de recuerdos; de momentos que fueron y de otros que se quedaron a medio ser… Hay personas a las que quiero demasiado como para no sentirme culpable de estar tan lejos, de haber tenido que huir. Hay más ansiedad, más punzadas y más insomnio. Otra vez…

En cinco horas (de curvas y torreznos) dejo esa adolescencia tardía de Madrid, y vuelvo a ser adulta, vuelvo a ser yo (o no… no sé). Y me azota un sentimiento de culpa por jugar a ser una niña, aún sabiendo que no lo soy, que dejé de serlo demasiado pronto. Yo nunca dormí con peluches (ahora sí, cosas de la vida…).

P.D.:Hoy tengo una necesidad increíble de sentirme útil, pero muy pocas fuerzas para hacer nada al respecto…

[Blog under construction; pero a mi ritmo, habanero total]

jueves, 3 de mayo de 2007

Wormy Forever

Érase una vez, en un remoto país de nombre Bollolandia, una pequeña emperatriz.
Según tradiciones ancestrales, el día en que la primogénita naciera, debía recibir la visita de las Tres Hadas, cada una de las cuales le otorgaría un don especial.


Y así fue. El día de su nacimiento, la Empe (así se la conocía cariñosamente entre el séquito) recibió la visita de las Tres Hadas: la Buena, la Loca y la Mala.Pero en contra de la profecía, al llegar éstas a Palacio, el Emperador Penco Antonio (su padre) ordenó impedir el paso al Hadamala.


-¡Esa bolleruza de hada no va a visitar a mi hija, que luego me la pervierte. No lo consentiré de ninguna manera! – aseveró Penco Antonio.

Así que Hadamala (bollo redomado, todo sea dicho) quedó en la puerta de palacio, viendo cómo sus hermanas eran recibidas con la mayores reverencias. Hadamala se planteó dar media vuelta y volver a su casa. Pero cuando ya estaba a punto de marcharse pensó: "¿Pero qué cagau de hada mala soy yo, si me rindo a estas alturas?" Así que trepó por la enredadera que conducía a los aposentos de la pequeña Emperatriz, y accedió a la habitación.

La niña, la miraba sonriente desde su cunita de dosel de seda. Pero el hada era mala mala (como buena bollera, claro) y ni por un momento se apiadó de ella. Con voz estridente formuló el conjuro: “¡Badabim, badabam! ¡Condenada al onanismo estás!" Y de esta forma la niña quedó condenada al Onanismo Forever… Cuando la criatura cumpliese la tierna edad de 12 años, tendría un impulso irrefrenable de practicar tocamientos un mínimo de 17 veces al día.

La pequeña Empe creció y quedó convertida en una incomprendida púber. Adoraba leer todo tipo de friqueces, pero esto le suponía un terrible esfuerzo, ya que al final de cada página no podía reprimir sus desbocados instintos.

A pesa de todo, Empe llevaba con dignidad su martirio. Pero a la edad de veinte años, justo el día de su cumpleaños, un fuerte dolor en la muñeca derecha le impidió celebrar tan reseñado evento. El médico de la Corte le diagnosticó una tendinitis crónica irreversible, por la cual nunca más podría hacer ningún tipo de movimiento con la mano derecha.

La joven emperatriz lloraba desconsolada. Por alguna razón (puede que fuese también parte del conjuro) era incapaz de masturbarse con la izquierda. Sus dedos carecían de la destreza de su estimada mano derecha.

Empe creyó morir. Por mucho que intentara imaginar, no se le ocurría nada peor que aquello. “Esto es el fin”- se decía a sí misma. Durante días Empe lloró y lloró desconsolada e inconsolable (que no es lo mesmo), hasta que un buen día un misterioso paquetito (no penseis mal, paquete en sentido estricto, que la pobre Emperatriz era pollafóbica hasta la médula) apareció entre sus sábanas.

La joven lo abrió intrigada. ¿Qué podrá ser?- pensaba, mientras arrancaba impaciente el envoltorio. Dentro se escondía el tesoro que el Hadabuena tenía reservado para su vigésimo cumpleaños: un amable gusanito de silicona sumergible “potente, silencioso y extremadamente duradero”.

Cuenta la leyenda que desde aquel día Empe nunca más volvió a salir de sus aposentos. Nadie supo nada más de ella. Sólo que tras su puerta un extraño ruidito como de moscardón se oía noche y día sin interrupción.



P.D.:Cuentan también que al morir la Emperatriz sólo se encontró en su habitáculo su cuerpo, extremamente delgado, junto a un pequeño gusanito de finalidad desconocida, como el siguiente:





Este post es un pequeño homenaje a mi penquilla. Por ser una amiga increíble y la mejor compi de bollopiso del mundo (a pesar de las serenatas que me da con el motor del gusanito...jeje). ¡Baja un poco el ritmo, pena, que te vas a dejar el sueldo en pilas!

Muxu handi bat!

La madre del cordero

Os dejo otra entreguica de microcuentos (que sé que os gustan, aunque no lo querais reconocer). Éste no es mío, pero podría...


- ¿Dónde está la madre del cordero?- pregunté por curiosidad.


- En ningún sitio. El cordero es huérfano.- Me respondió el pastor.







José Antonio Ayala, Chispas (101 microcuentos)

Soy del rebaño de Carmen Sevilla...Beee

miércoles, 25 de abril de 2007

Primera entrega de microcuentos

Subí al metro y no había absolutamente nadie en el vagón. Me encantó la sensación. Cada asiento parecía susurrarme: "Ven a mí, a mí", desesperado por ser el elegido.

Me deseaban. Era única, La Única. Pero todo mi gozo en un pozo...


En la siguiente estación una cincuentena de colegiales y 7 monjas invadieron el vagón. ¡Que iban de visita al Prado, me suelta la monja!


"¿Sabe que le digo, madre? ¡Que me cago yo en la escolarización obligatoria!