Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre: "El amigo se murió. Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar." El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos, y los codos en las rodillas."Él volverá", pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. {...}
El niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo.{...} Pasó bucándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: "Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda no sirve para nada".Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo:"Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido". Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.
Ana María MATUTE: Los niños tontos
1 comentario:
Precioso cuento el de Ana María Matute, también llamada Carmen Martín Gaite...
Me queda pendiente poner a mí el de Gabriel García Márquez...Y a ver si damos con alguna antología de micocruentos que haga las delicias de nuestra incomprensión.
Pues nada, oye.
Ósculos.
Agur.
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